Formar parte de una cooperativa de viviendas a la hora de construir tu hogar, ofrece muchas ventajas.

1. Más barato.

La forma tradicional de comprar vivienda suele pasar por un intermediario. Puede ser una agente de la propiedad, que se lleva una comisión. O bien, puede ser un promotor, quien a su vez, ha contratado a una constructora. O por último, el propietario de la vivienda. Todos ellos aplican su ganancia al precio de la vivienda. Una cooperativa se salta estos pasos, de modo que construye su propia vivienda encargándosela al constructor. No hay intermediarios. El ahorro puede llegar al 15 o 20% de una vivienda en compra-venta libre.

2. A gusto. 

El cooperativista puede ir eligiendo los materiales y las calidades del interior de la vivienda (por ejemplo, los baños), a medida que se va construyendo.

3. Diseño

El cooperativista puede cambiar el diseño de la planta de su vivienda (en la medida de lo posible), añadiendo separaciones, quitando puertas o ampliando estancias.

4. Decisiones. 

Las decisiones importantes se toman en asambleas en las que todos los votos son iguales. Se toman por mayoría a mano alzada. Allí se deciden cosas como aportaciones adicionales, adjudicación de plazas de garaje sobrantes o instalación de cámaras de vigilancia.

5. Salida. 

Un cooperativista puede salirse de la cooperativa y exigir la devolución de las cantidades aportadas. Sus derechos se ofrecen primero a otros cooperativistas. Si en dos meses no hay interés interno, entonces se ofrece a personas externas a la cooperativa.

6. Seguro. 

En caso de que la constructora no entregue las viviendas en el plazo acordado, existe una compañía de seguros que cubre las aportaciones de los cooperativistas. 

7. Menos gastos. 

Los gastos de gestión, notarías, registro, impuestos… suelen ser menores que los derivados de una compraventa directa.

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